Acerca de mí

Si quieres ahorrarte una minibiografía y acudir directamente a la carnaza, te puedo decir que desde que era un mocoso ya andaba trasteando con gráficos en los ordenadores. Pasé de los 8 bits con programas de dibujo autoescritos, a los 16 bits con Corel Draw, con el que aprendí a dar los primeros pasitos en maquetación y diseño.

De forma autodidacta y por el puro "interés-que-te-quiero-Andrés", aprendí de otros diseñadores a base de preguntar y tocar las narices hasta que me enteraba de todo (tocar las narices es algo se me da de perlas). Y sigo aprendiendo, casi 25 años formándome por mi cuenta y riesgo, y lo que queda.

También he pasado por la academia (varias, de hecho), si consideras que la formación autodidacta es una utopía. Entre formación de Corel, Illustrator, Photoshop, Indesign, Programación, Diseño Gráfico y Retoque Digital, tengo unas 2000 horas de formación reglada.

En el 2009, mi pareja me presentó a The Gimp, la alternativa libre a Photoshop. Libre y viable. Desde entonces caí en una espiral de locura, dependencia y malos hábitos: dejé el software privativo, poco a poco y sin vaselina, y me volqué con el software libre multiplataforma. También me quité de fumar.

A mediados del 2010 ya trabajaba casi por completo con software libre. A principios del 2011 di el último paso y también dejé el sistema operativo del tito Will. Lo sigo teniendo instalado, que conste. Me gusta tener gigas ocupando sitio sin motivo, ya sé que soy raro.

Actualmente colaboro con varios proyectos libres, y participo en el banco de tiempo R-Ciclo impartiendo clases de diseño y haciendo apología del software libre. Si la gente repite, debe ser que no lo hago tan mal.

De paso y para rematar la faena, estamos preparando un curso de diseño gráfico con software libre a lo grande, a través de Gcubo y la Oficina de Software libre de Granada. Porque sí, se puede. Y sin pagar 4000 euros en licencias.

Todavía no me he disfrazado de San Gnutius, eso se lo dejo a los grandes. Además de que un oso disfrazado siempre acaba pareciéndose a Yogui, se vista de lo que se vista.

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Esta historia empieza hace mucho mucho tiempo, con un Amstrad CPC464 de cassette, y un crío de doce años babeando la pantalla, preguntándose como se harían esos dibujos que iban saliendo linea a linea, a medida que iban cargando datos a paso del caballo cojo del malo. Por aquella época encontré un programa para dibujar en el ordenador, en una revista. Y allá que me lancé a escribirlo, linea a linea, durante tres días (con doce años tenía más cosas que hacer, por ejemplo jugar al Army Moves). Miles de líneas de programa para poder pintar puntos y lineas, círculos y cuadrados que se podían rellenar de colores sólidos, o tramas de lineas. Y sin usar un ratón para nada, que nosotros nos criamos a base de cursores.

Era increíble la cantidad de publicaciones que traían el código de los programas Basic para picarlo en tu flamante aparato de 8 bits. Podías ver el código fuente, y adaptarlo y modificarlo a tu gusto si sabías lo que estabas haciendo... y después de escribir tres o cuatro programas, la verdad es que ya empezabas a comprender lo que leías. Incluso hice mis pinitos programando un editor de texto bastante simple. Con ese llegué hasta el instituto. Pero esto no era más que un hobby, claro.

Años después, el crío ya era un adolescente con un 386 realmente anticuado, pero tenía un sueño: Un Fanzine de Rol Gratuito. Y quería hacerlo a lo grande: maquetar textos, cambiar las tipografías, meter fotos... había oído hablar del PageMaker. En lugar de a ese, me presentaron a un tal Corel Draw. El fanzine duró un número, las palmaditas en la espalda tres días, y mis auto-preguntas de cuando haría el siguiente, ni un mes. El gusanillo del diseño, no obstante, había decidido quedarse un poco más.

Con el paso de los años, fui aprendiendo de la forma más difícil: hablando con diseñadores de las empresas donde trabajé (publicidad, prensa, más prensa, asociaciones, más publicidad...), comprando libros, y salvo algún curso monográfico de formación para trabajadores, en el que aprendía de nuevo una y otra vez las herramientas básicas, haciendo mucho trabajo autodidacta.

Después llegó mi pareja, que comparte la ilusión por este trabajo, y se ha resignado a mi obsesión por el software libre (resignada hasta el extremo de pasarse casi por completo a linux y babear con la terminal, pero claro, es resignación lo suyo...) Como el gusanillo, ella llegó para quedarse. ¿He dicho que es fotógrafa? ¿No? Pues visita su blog pinchando aquí, y a ver que opinas.

Por mi parte, un día me cansé de trabajos de tercera.

No tienen nada de malo, dan de comer, mal que bien. Pero te mandan a la calle con una palmadita en la espalda y un "nos vemos en seis meses, que si no tengo que hacerte fijo"... Y la verdad, las vacaciones forzosas aburren. Y justo en medio de una de esas "vacaciones" te salta la oportunidad de estudiar a conciencia algo que te apasiona.

Y por el camino descubres que hay unos programadores que deben estar locos, distribuyen software de forma libre, para que cualquiera pueda usarlo, inspeccionarlo por dentro y modificarlo. Como cuando eras un crío y los ordenadores de cassette eran lo más de lo más, y los kioskos estaban llenos de revistas plagadas de programas en Basic, pero ahorrándote el picar el código (y el código lo puedes ver, está abierto). Y es software de calidad, y puedes trabajar con él, mal que le pese a los monopolios. Y empiezas a ver las cosas de otra manera.

Y un día te preguntas... ¿y si agarro todo esto, y trabajo para mí mismo en lo que de verdad me gusta? Mamá, quiero ser profesional del diseño! (me parece bien, yo mientras estés aquí para hacer la cena, no tengo problema)

Y entonces tu novia te dice que va a dedicarse profesionalmente a la fotografía.

Ya la hemos liado...